Dos torres
Dos torres. Una estaba dispuesta a encontrarse con la otra, pues la prolongación de ambas estaba destinada a juntarse por colocación natural. La otra, sin embargo, sólo pensaba que tal inclinación hacia el encuentro no era más que un peligro por el que podrían acabar derrumbándose ambas. Y así se quedaron clavadas en Madrid. Dos torres predestinadas pero confundidas por la dirección de su percepción subjetiva.
Por Román Reyes