Meryl Streep
Ambición es una palabra que, a menudo, y popularmente, se esculpe sobre tintes negativos… Colores llenos de ego «del malo». Sin embargo hay una ambición sana: la del cambio a mejor. Sin ambición no hay vida, porque oponerse al cambio es oponerse a lo natural, al crecimiento, al renacer lógico del ahora.
Ahora bien, ¿dónde debemos poner el cielo de nuestra ambición?
«Si quiero ganar un Oscar deberé esforzarme día a día para cumplir los requisitos que deben cumplirse para ello». Nada garantiza que con esta fórmula consigas un Oscar, pero a lo mejor por el camino te encuentras un Goya o un Ariel… No obstante, si tu límite es el Goya, ya sabes el probable resultado. Durante este texto voy a hacer un paralelismo con el mundo actoral, pero no limites tu mente a este sector. El arte y la creatividad, los premios y las pasiones, el sentido vital… son términos totalmente extrapolables a cualquier sector.
Este tipo de pensamiento anterior -sobre consecución de premios/resultados- es muy recurrente. Todos sabemos que debemos aspirar al máximo, pero con los años hay gente que abandona sus sueños en aras de la comodidad diaria. Esos mismos, miran con ojos de admiración a esos supermanes (y supergirls) que deciden andar sus sueños, despojándose de su propia posibilidad. lo dicho, si quieres 10, trabaja en ritmo de 10, ambiciona 10. Quizás consigas un 10, o un 7… Pero seguro que con ritmo de 6 o 7… date con un canto en los dientes si apruebas la media de tu ambición.
Ahora bien, creo que esta lógica tampoco es del todo moderna ya que actualmente estamos ante un nuevo paradigma. ¿Entonces para qué todo el párrafo anterior? Digamos que es válido, pero sólo parcialmente. ¿Por qué? Pues resulta que hay un medidor excelente para trabajar al máximo nivel. Esto es: NO TRABAJAR. Es decir… «trabaja para tus pasiones». Cuando te encuentras tu «motor» las horas no cuestan, por eso será fácil dar el máximo volando en sonrisa…
Porque no hay más secreto para el éxito que la persistencia, ¿para qué vamos a ser pesados en algo que no nos gusta?
Sergio Fernández lo explica con una metáfora genial en este podcast (imprescindible) sobre emprendimiento, que me permito parafrasear: «Si te detectan una grave enfermedad y el doctor te manda 10 pastillas, no decimos:
-‘Oye me voy a tomar 7 que ya son bastantes’. – No se nos ocurre jugar así con nuestra vida. ¿Por qué entonces ponemos un ritmo menor para algo que queremos conseguir?»
Cuando borras tu expectativa de resultado y te das cuenta que el SECRETO es el camino, te das cuenta de que:
El éxito no es el final. El éxito es el camino. Disfrutarlo y respirarlo trae los resultados finales.
Borrar el 10 como final de tu mente y centrarte en el 10 como presente.
¿Qué puedo hacer hoy para optimizar mi tiempo? ¿Cuánto estoy dando para que logre este objetivo del que me quejo que nunca llega? ¿Qué he hecho hoy para avanzar en este u otro aspecto? Creo que son preguntas básicas que nos hacen mantenernos alerta. Pasos pequeños y objetivos a corto plazo que unidos como perlas armarán el «collar de luz» que proyectamos en nuestra mente. Un collar que merecemos y que debemos regalarnos.
Este post se llama Meryl Streep por algo. Ella misma cuenta en esta entrevista cómo, en el inicio de su carrera, fue rechazada para el papel protagonista de King Kong por no ser «suficientemente guapa»:
«Le dije en italiano: Discúlpeme, pero entiendo lo que está diciendo y lamento mucho no ser lo suficientemente bella para estar en ‘King Kong»
Hoy Meryl Streep es la actriz con más nominaciones a los premios Oscar. Pero estoy seguro que cada vez que esta «actrictaza» enfrenta un nuevo papel su objetivo difiere de la consecución de récords.
Los golpes son información. Debemos estar atentos para no interferirla con una baja autoestima, porque las posibilidades siempre siguen latentes si así lo queremos.
Cuando persigues lo más elevado la lucha siempre es contra ti mismo/a.
Y el trabajo es estrictamente personal contra lo imposible: perseguir lo perfecto desde la vida imperfecta. Estar abierto, humilde, caminando sobre una ola de pasión, inquieto, y buscando la mejora personal, son caminos únicos para fluir en libertad. Sólo cuando el objetivo final es olvidado -como pretensión vanidosa de resultado y reconocimiento, heredada de una baja autoestima-, la creatividad y el arte pueden crear la vida, tu propio sentido. Sólo así sabes que estás en la acción y el lugar correcto.
Los premios pueden llegar o no. Pero hacer lo que amas, aunque suene tópico, poderlo hacer, es el mayor regalo que existe. Para ello sólo tienes que soplar hacia un muro que a veces cuesta años tirar: permitírtelo. Permítetelo, entonces. Permite ser la persona completa que ambicionas ser.
¿Para qué ser menos que lo máximo que podemos dar si tenemos una máquina -llamada cerebro- maravillosa y tan sólo una vida?
Para qué andar si podemos volar andando…