Sin filtros
Cuando vivo mucho la vida me doy cuenta de que no necesito compartirla en redes. Cuando comparto mucho online, entonces, es que necesito más vida. Y de alguna forma subconsciente así lo pedimos cuando compulsivamente buscamos respuesta inmediata en lanzamientos en forma de foto. Buscamos vida. De la de verdad. Sin filtros.
Compartir es bonito. Pero cuando vives de verdad, entiendes lo que es COMPARTIR. Porque toda sabiduría es simplemente corporalizar cosas que ya sabemos. Y que compartir es un acto puro de ojo a ojo, de cuerpo a cuerpo. Porque las cosas importantes se saben de hace tiempo, pero les damos constantemente la espalda en un acto de soberbia. Porque «saber» de «coco» no es saber. SABER, se sabe con el cuerpo.
Y, de repente, un día, se te olvida hacer esa foto para subirla. Estás en el coche de vuelta y dices:
– ¡Anda si no nos hemos hecho ni foto juntos!
– Ni me he acordado 🙂
Entonces entiendes que algo ha ido muy bien, y lo sientes. Dejando escapar esa energía que te llena hacia arriba en forma de sonrisa. Hacia arriba porque te eleva. Notas que has vivido en plenitud. Porque de alguna forma vivir es volar. Y porque lo único importante era el momento presente y ni si quiera tenías tiempo para filosofar sobre ello. Sólo mirabas y creabas. Contestabas y recibías esa energía. Y así todo el rato. En el mejor de los partidos, el partido en el que -mínimo- dos personas siempre ganan.
No importaba la hora que fuera ni los «likes» que le dieses a la sonrisa del otro, porque no había tiempo para juicios. Dejemos el juicio para internet y las risas de verdad para la vida. De esas que no se repiten hasta ser perfectas para lanzarlas al mundo. Porque son perfectas cuando son de verdad. Cuando fluyen sin tapujos. Hasta con los dientes rotos. Hasta con el alma rota.
Me gusta cuando vivo. Me gusta cuando entiendo la vida y me basta con el filtro de la verdad del momento. La mayor belleza. Volar juntos, deshacerse de la soledad con el mejor medicamento: alguien con el que entenderte en la jungla del total desacuerdo. Aunque sea para entender que no nos entendemos. Aunque sea para entender, que nos entendemos en el aspecto de que estamos igual de perdidos. Pero sólo bajo esta fórmula nos encontramos. Ese momento en el que simplemente somos, con la mayor de nuestras virtudes, vulnerables, con todos nuestros defectos: sin filtros.
Por Román Reyes
(Fotografía principal por Román Reyes · frame del proyecto «XY» · HYPNOS films)
Dedicado a Lucía Alonso Herranz. Artista y amiga.